miércoles, marzo 07, 2012

El Pater semper incertus est después del desciframiento del ADN


El Pater semper incertus est después del desciframiento del ADN [1]
Lidia Ferrari

A partir de los avances en genética celular que permiten determinar la paternidad biológica [2], pareciera que la ciencia pudiera tocar un real, el del bios.  Con el desciframiento del ADN se pueden leer las trazas de un ordenamiento que en el cuerpo biológico existe y existía antes de que los científicos pudieran leerla.
La certidumbre que ofrece el estudio del ADN a veces se usa como  si pudiera resolver el difícil problema de la paternidad, retrocediendo en las enseñanzas del psicoanálisis,  que nos dice que se trata de una función. 
La locución latina Pater semper incertus est  se apoyaba en la incertidumbre de poder decir quién era el padre biológico. Es por ello que el derecho romano establece que el padre es el señalado por el matrimonio: Pater is est quem nuptiae demonstrant. Era importante en Roma por el problema sucesorio de los hijos legítimos (legitimi o iusti); de esta manera el hijo adquiría el estatuto civil del padre. 
¿El Pater semper incertus est podría ser impugnado  apoyándose en la ciencia actual?  La paternidad biológica que es posible comprobar a partir de los estudios del ADN pone en entredicho esta incertidumbre y, sobre todo, esta idea de que el padre deba ser el señalado por el matrimonio. En la actualidad la madre no precisa un padre para tener un hijo, pues la inseminación artificial se lo permite. Pero, “si se quiere fundar la paternidad en la “verdad” biológica, aparece más que nunca su fragilidad” dirá P. Julien. Más bien el pater semper incertus est apoyado en una incertidumbre que ya no es tal, si se toman los avances de la ciencia, parece continuar enunciando lo incierto de  la función paterna. Como lo plantea Lacan, “Sólo hay un único padre real, es el espermatozoide y, hasta nueva orden, a nadie se le ocurrió nunca decir que era hijo de tal espermatozoide”. Esto es, porque no hay filiación sin la intervención del Nombre-del-Padre.
Los resultados del ADN pueden descifrar un real, a partir del que se siguen consecuencias en lo simbólico y en el imaginario de aquellos que pueden reconocerse en ese desciframiento como hijo y padre biológico. Esto tiene consecuencias psíquicas y, como en el caso de los nietos recuperados, también de orden jurídico y  político-sociales.
En la antigua Roma  la incertidumbre de no saber quién era el padre biológico tenía consecuencias a nivel del derecho de las sucesiones. La organización social y su relación con el poder, por el interés del pater familias, necesitaba un derecho sucesorio que protegiera sus fortunas y la herencia de los hijos legítimos. De manera similar el estudio del ADN encuentra una aplicación y una necesidad en el ámbito social cuando por una decisión política se abre al juzgamiento de los crímenes del terrorismo de Estado. Esta tecnología tiene consecuencias en el derecho  de las sucesiones y en otros campos jurídicos, como en el de los crímenes de lesa humanidad. 
El caso de Miguel nos permite ver que la paternidad del lado de los apropiadores viene defectuosa, pero no precisamente porque no sean los “verdaderos” padres biológicos, sino por la entidad del crimen. La paternidad así se ve estructuralmente afectada por el crimen. 
Es por eso que la trascendencia del estudio del ADN, no es sólo porque se recupera al padre y madre biológicos, como “verdaderos” padres, sino que se certifica, se sanciona el crimen de los padres apropiadores. Lo que se observa es que sobre este crimen estos padres han montado un simulacro de paternidad.

[1] Fragmento del texto “La maldad en la sangre. La inscripción de una política del crimen en el cuerpo”, de Lidia Ferrari. Publicado en la revista Psicoanálisis y el Hospital “Identidades”. Nro. 47 y en la revista Debates y Combates. Nro 7. Año 5.

[2]  “Cuanto más el saber científico torna inteligible la relación entre el espermatozoide y el óvulo, más hace aparecer como imposible que lo verdadero de la paternidad sea del orden de lo que ese saber muestra”... “cuanto más avanza el saber, más se ensancha la grieta, y habría entonces abuso de lenguaje al hablar de paternidad biológica”. Seguimos usando este término: paternidad biológica por comodidad, si bien compartimos la objeción de P. Julien. Julien, Philippe. El manto de Noé. Ensayo sobre la paternidad. Buenos Aires, Alianza, 1993.

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