Estar
acá es un gran gusto para mí. Vine al Hospital Ameghino a dar una charla sobre
la historia del Tango, hace bastantes años. Voy a hablar sobre el libro y
después me gustaría que conversemos entre todos. Les cuento como surgió este libro, que tiene
una cocina de más de 20 años. A fines de
los 80 empecé a bailar tango, me apasioné tanto que empecé a investigar sobre
el Tango, lo que me llevó a leer mucho sobre historia argentina. Me metí en profundidad no tanto en libros de
historia, sino a buscar en biografías, en artículos periodísticos, visité mucho
las bibliotecas, ya que había poco sobre el Tango. Precisamente, haciendo ese
trabajo, me encontré con muchísimos casos de bromas pesadas, lo que me
sorprendió. Descubrí que Sarmiento, Rosas, José Ingenieros fueron grandes bromistas
pesados. En el Novecientos y también desde antes, la broma pesada era -es lo que podía ver-,
sintomática en la cultura argentina. También los fenómenos de las patotas y los
patoteros, que viene de lejos. El tema de la diversión en la crueldad respecto
del prójimo siempre estuvo presente en la literatura argentina pero de una
forma donde la diversión cruel se realizaba al enemigo ideológico, como en El Matadero, de Echeverría, o La Refalosa,
de Ascasubi. La crueldad respecto del enemigo es una crueldad más aceptada socialmente.
En ese momento, me encontré simultáneamente con una gran cantidad de
experiencias donde se trataba de la broma pesada - ahora les voy a contar como
considero a la broma pesada-. Me metí
con profundidad en el tema y como me apasionó la cuestión, decidí hacer una tesis de doctorado en la
Facultad de Psicología. Presenté el proyecto, con la fortuna que Ernesto Laclau aceptara ser mi director de
tesis, así que estuve trabajando bastante tiempo con él. Por desgracia hemos perdido a ese gran intelectual Ernesto Laclau,
un amigo. Para mí fue una falta muy grande entre otras cosas porque el primer
interlocutor de este libro iba a ser él.
La cuestión es que cuando por una
cuestión personal me fui a vivir a Italia abandoné el formato de la tesis y
seguí trabajando. El libro está narrado
en tono ensayístico y no académico. El subtítulo “Psicoanálisis de una pasión argentina”
proviene del descubrimiento de lo que parece una gran vocación por las bromas
pesadas, si bien no se trata solamente de la broma pesada, sino de un fenómeno más
amplio, por eso lo denomino “Diversión en la Crueldad”. En la parte histórica, de todos modos,
analizo la Italia del Renacimiento, donde hay una presencia del fenómeno tan
importante como en la Argentina del ‘900.
¿De
qué se trata lo que llamo “broma pesada”? Cuando empiezo a investigar y
descubro su existencia en la historia argentina, es el momento de los ‘90
donde, ustedes recordarán, los programas
de televisión de Marcelo Tinelli y Pergolini giraban en torno a las bromas pesadas, a
través de las cámaras ocultas. Pero no solamente en la televisión, recuerdo muy
bien las anécdotas de familiares míos de San Pedro, de una forma de diversión
que estaba a la orden del día; la broma pesada se hacía todo el tiempo y en
todo lugar. Recogí gran cantidad de anécdotas, algunas muy crueles. Hasta en los
consejos deliberantes o en los aeropuertos, o sea que hacer una broma pesada
era una cosa cotidiana. Entonces junté estos dos momentos, en la historia en
torno al novecientos y la actualidad de los ‘90 en la época de Menem.
El caso paradigmático que tomo es una anécdota
de José Ingenieros. Ingenieros, entre el
1902 o 1904, con Rubén Darío y un grupo de intelectuales y artistas de
ese momento, fundan una sociedad secreta que llamaron “La Syringa”. Era una
sociedad dedicada, podríamos decir, a las cuestiones literarias, pero sobre
todo, y es lo que ha llegado a nosotros, es famosa, por las bromas pesadas que
realizaban. La Siringa es un instrumento musical y el nombre de una ninfa: Syrinx,
que proviene de la Grecia antigua. La
Syringa de Ingenieros era un grupo pequeño de hombres que se dedicaban en forma
pretendidamente secreta a cuestiones literarias pero, sobre todo, a realizar
bromas. Pergeñan una broma pesada a un poeta cordobés, un poeta provinciano.
Uno de los que narra esta broma muy famosa, titula el texto donde la cuenta: “un oscuro poeta provinciano”. Deciden hacerle un homenaje por su calidad
artístico-literaria (aunque lo consideraban mediocre) y lo invitan a venir a
Buenos Aires. Organizan un recibimiento fastuoso, con todos los honores.
Autoridades, intelectuales, artistas, y hasta simulan que vienen de Francia a
consagrarlo. Lo reciben y lo llevan a un club donde organizan una recepción muy
importante. Al otro día, este poeta
provinciano, comienza a darse cuenta de la patraña cuando empieza a llamar a la casa de José Ingenieros,
a la gente que lo había invitado y le dicen, mofándose: José Ingenieros se fue
a Teherán; otra persona le dice que se
fue a alimentar a los elefantes. Entonces cae en la cuenta que se trataba de
una farsa. La historia, narrada por la
gente que la vivió, dice que el poeta provinciano se volvió loco. Lo que se
narra es que todo terminó muy mal para esta víctima de la broma. Este es, podríamos
decir, un esquema de lo que sería una broma pesada: un grupo de hombres -la casuística es así- son
hombres, muchas veces jóvenes, que se reúnen y encuentran a un punto,
candidato, víctima, así lo llaman y pergeñan un dispositivo donde lo hacen caer
en un engaño, en una mentira que después se devela como broma. Es la misma estructura
que se veía en la televisión. En
Tinelli, no sé si recordarán que se terminaba con “es una jodita para Tinelli”.
Trabajo lo que puede significar que, en
general la víctima de la broma, terminaba diciendo “Gracias Marcelo”. No sé si lo recordarán. Hay allí muchas aristas,
pues no me dedico a la broma pesada solamente si no que me dedico más bien a
pensar la cultura argentina en general, pensándolo como una cuestión
sintomática. De los varios aspectos que me ocupo, tomo la dimensión retórica, histórica, jurídica,
dramática, y también obviamente de la dimensión psicoanalítica. Tomando el análisis que hace David Viñas del teatro de Gregorio de
Laferrère, teatro que, puede sorprender, pero está basado en su
mayoría en bromas pesadas. Así también trabajo Roberto Arlt que tiene una obra, Saverio El Cruel, que es una broma pesada, tanto que uno de los
personajes lo cita a José Ingenieros, como bromista. Bueno, el teatro de de Laferrère, que es muy bien analizado por
David Viñas, precisamente muestra a de
Laferrère como aristócrata y como un gran bromista pesado que practica esas bromas en la vida cotidiana y las
usa como trama en sus obras de teatro. En esa época hay todo un lenguaje que
hemos perdido. Hay una cantidad de terminología muy en boga en la época, como “Titeador” “Fumista”. El fumismo (hacer bromas o bromas pesadas) viene de Francia, de la palabra “fumisme o fumisterie”. La cuestión es que en este caso las bromas
quedan como, podríamos decir, un reducto donde se divierten los jóvenes
varones, que se reúnen en grupos, en patotas.
En el caso de la Syringa, ellos mismos
la llaman secta. Esa Secta secreta de Rubén Darío y de Ingenieros, proclama a
estas bromas como una manera de contestar a las tradiciones, dándole un matiz
vanguardista a este espíritu “fumista”. A partir de ahí se puede establecer una
relación con ciertas maneras, que llegan hasta nuestros días, del culto del
coraje criollo. Ustedes sabrán que Borges es un gran mentor, pero no sólo él,
sino que en toda la literatura argentina
aparece el culto del coraje criollo. Hay poquísimos autores que tienen otra
lectura, como Blas Matamoro cuando se pregunta: ¿culto del coraje criollo o
elogio del matón? No puedo sino dar trazos grandes del análisis que realizo.
Me
parece que en la narrativa, en el suelo donde estamos parados de nuestra
narrativa histórica se encuentra allí los temas de la pelea, la crueldad, la
agresividad, el sadismo, como un patrimonio de los hombres. Hago una relación con la Roma Antigua, no lo voy a
profundizar aquí, si tienen ganas lo pueden leer, donde precisamente se trata
del dominio sobre el otro, como en el dominio del “Pater Familias” de la antigua Roma. Uno de los ingredientes de la
broma pesada es que ese grupo que se reúne, en general con un líder, para hacer
una broma pesada, en general tiene una potestad sobre el otro que se puede leer
como un remedo del predominio de lo
masculino, de los ciudadanos libres de la antigua Roma. Podríamos relacionarlo
también con el fantasma que analiza muy bien Freud, el fantasma de la pasividad masculina, el fantasma de los hombres que
rechazan colocarse en posición pasiva respecto de otro hombre y que Freud lo
ubica como un fantasma masculino, que está en la base de la resistencia al análisis de
muchos hombres, resistencia a ponerse en posición pasiva respecto de otro
masculino, el analista, por ejemplo.
Voy directamente a otro punto que me había
comentado Nelly, que lo había leído, que es el tema de la credulidad. Analizo
el dispositivo, este dispositivo para pensar la cuestión de la credulidad y de
la creencia, también en términos retóricos. Después les comentaré algo desde la dimensión
de lo jurídico, por las consecuencias. Me tomé bastante tiempo, con veinte años
uno puede hacer bastantes cosas ¿No?
En
este caso, debido a la estructura del dispositivo, la crueldad del dispositivo de la broma
pesada radica principalmente en el engaño hacia el otro. La víctima es
victimizada por un otro en el que confía,
familia, amigos. Ustedes han visto los dispositivos de Tinelli que tienen que
hacer toda una estratagema para que caiga la víctima en ese dispositivo y crea
que eso no es una ficción sino que es la realidad que le toca vivir. En ese
sentido, me vi llevada a pensar en el tema de la credulidad. De esta manera
relaciono varios autores de la tradición moderna para pensar el tema de la credulidad.
Me ocupo de Wittgenstein cuando plantea
que hay un principio de autoridad en el cual estamos inmersos. Porque nosotros
no podemos estar todo el tiempo indagando, cada persona no puede estar
ratificando o rectificando lo que vive o lo que le dicen. No podemos poner en
duda que dos más dos es cuatro, ni que la tierra es redonda, dice Wittgenstein.
Lo que se relaciona con Michel De Certeau cuando habla del “principio de la
credibilidad general”, que sería como la forma en que se nos presentan las cosas,
es decir se nos tienen que presentar de determinada forma para que creamos en
ella. De Certeau plantea el principio por el cual “creemos porque hay muchos
que creen”, o sea, son los otros que creen, los que nos llevan a creer también.
La otra cuestión que trabajo es cuando Lacan
plantea que “es preciso que algo no engañe”. Él lo trabaja en el seminario
sobre la psicosis, en el sentido de los sistemas de referencia del mundo donde
precisamos que haya algo, él dice “un Dios que no engañe”, “un Real que no
engañe” porque plantea, por ejemplo, que para la ciencia es necesario pensar
que la materia no engaña, que si el experimento no funciona no es porque nos
engañó la materia que manipulamos, sino porque hay algo en el experimento, sino
la ciencia no tendría ningún sentido. Estos principios podríamos decir,
justifican, en términos intelectuales la necesidad de que haya algo que no
engañe. Las bromas pesadas o este tipo de diversiones se pueden producir
precisamente por aprovecharse de este principio. Se dirigen a ese sujeto que es
crédulo por definición, en el sentido de que no puede no ser crédulo. No
podemos desconfiar de todo lo que vivimos. A partir de allí intento además
pensar algo de nuestra actualidad, donde, efectivamente, estos criterios están
puestos en duda. Pues este principio de la credibilidad
general, que nos permite contar con ciertas categorías problemáticas, es
cierto, pero que funcionan, como la ficción, la verdad, la falsedad, o cierto principio de realidad. Es cierto que
contienen cierta ambigüedad, pero se sostienen. Si todo fuera ficción, nada
sería ficción. Hasta en los sueños Freud plantea que se hace necesario en el
relato del sueño, cuando se trata de
acomodar el texto y hacer verosímil el relato. También en la ficción fantástica
opera este principio. El problema es que
estamos asistiendo a un momento donde están siendo vapuleados estos
principios. Ustedes estarán al tanto de lo que eso significa. O sea, la gente
cree en las mentiras y está inundada de mentiras y engaños.
En este sentido trabajo un relato de Borges y
Bioy Casares, ambientado en 1930, sobre el fútbol que se escucha por la radio.
Resulta que durante 30 años no se juega
ningún partido de fútbol, sino que son relatos ficticios, los clubes son
inventados para los programas de radio, con los nombres de los jugadores, y los
resultados de los partidos. En el relato
llega un momento donde un tipo descubre que se trata efectivamente de que no
hay ningún jugador de fútbol, ningún partido, ninguna cancha, entonces le dice
al presidente del club Abasto Junior -que así se llama-, le dice “No se
preocupe, yo no le voy a contar a nadie de esta farsa”, y el presidente del
club de fútbol le responde “No se preocupe, diga lo que se le da la gana, nadie
le va a creer”. Podríamos decir que este dispositivo de la broma pesada nos
permite encontrar cómo el bromista pesado, así como los impostores (trabajo Giacomo Casanova en una escena como
impostor), los políticos mentirosos, todos están abusando, podríamos decir, de
este principio donde siempre hay alguien que cree, que necesita creer, y que
esto no se puede vulnerar sin una consecuencia, podríamos decir nefasta, en
este sentido. Hanna Arendt también trabaja
el problema de la mentira en política y plantea que cuando la mentira se pone
en el lugar de la verdad y la verdad en el lugar de la mentira, lo que ella
dice no es que la mentira después la pensamos como verdadera o la verdad
pensamos que es mentira; lo que se altera es el sistema de referencia respecto
de lo que es verdad y lo que es mentira. Y plantea algo muy interesante. Dice que esto tiene que ver con el principio
de contingencia en el cual vivimos, pero que en el momento en que esto ocurra, el
hombre que diga la verdad será un revolucionario. Creo que es la palabra que
usa. Quien diga la verdad será alguien que ya está empezando a cambiar las
cosas. Digamos que da una esperanza, una expectativa a este orden de cosas, pues
ella plantea que el decir la verdad sería como un acto subversivo respecto de
este orden trastocado.
Respecto
del problema de la ficción, analizándolo a partir de un texto de Borges del ‘55,
donde plantea -por supuesto que en el 55 escribe un relato en contra de Perón-,
donde viene a denunciar las supuestas mentiras del régimen peronista, y él
plantea que viene a decir las cosas como son, ya que Perón engañaba a la gente.
En ese punto hace un análisis tomando a Coleridge, con su principio de la
voluntaria suspensión de la incredulidad de la fe poética. La ficción para
funcionar implica que la gente voluntariamente suspenda su incredulidad para
creer en la ficción, eso es lo que dice Coleridge. Para Borges se trataría del
mismo mecanismo de la mentira en política. Yo creo, por el contrario, que se
trata de algo bien diferente. Además de que en este texto Borges nos ofrece su
creencia política como la verdad. En realidad, la ficción en las obras de
teatro funciona porque uno entra a la ficción sabiendo que es una ficción. Como
dice Mannoni, por esta posibilidad de
que lo simbólico te permite entrar en un dispositivo donde se pone en juego lo imaginario y te identificás con los
personajes, te emocionás, pero sabiendo que está en juego lo ficcional. Uno
entra en la ficción sabiendo que se trata de una ficción, ya sea en el teatro,
en el cine o en una novela. En el caso de la broma pesada, o en el caso de los
impostores, o de los estafadores, en los casos en que hay fraude, o de los
políticos mentirosos, efectivamente se trata de hacer como que es real lo que
es ficción. En ese sentido, esto le da toda la potencia y el poder al
inescrupuloso que no tiene problemas en
engañar, lo que hace que el crédulo ocupe inevitablemente el lugar de la
víctima. Muy diferente del dispositivo de la voluntaria suspensión de la
incredulidad, pues en estos casos no es voluntario, es producto del engaño.
Analizo
la convivencia en ciertos períodos históricos, que se hizo evidente durante el
menemismo, o en el novecientos. Hay un tipo de convivencia
donde hay un intercambio social que
privilegia el diálogo entre el vivo y el zonzo. Julio Mafud dice que Argentina es el lugar donde hay más
sinónimos que hablan del vivo y del zonzo, y da una lista enorme de vocablos,
donde se ve que el zonzo es el que tiene mayor cantidad de sinónimos. Precisamente
pues se trata del lugar del objeto del que se habla, pues el que tiene la voz
cantante es el vivo. Pienso que en determinados períodos históricos hay un
predominio de un intercambio asimétrico, jerárquico, inferiorizante. Ahí se podría hasta pensar en un cierta lógica
masculina, donde siempre se trata de poner al otro en lugar pasivo, feminizado.
Hay en la historia Argentina muchísimo
de esto. Un cultivo de esta juvenil masculinidad que siempre encuentra la forma
de divertirse tomando de punto al otro. Por ejemplo es muy notable cuando José
Ingenieros muere relativamente joven, a los 48 años, sus amigos, discípulos e
intelectuales del momento, escriben un número en una revista dedicada a homenajearlo,
publicada dos meses después de su muerte. Todos hablan del bromista pesado que
era José Ingenieros cuando era una revista en su homenaje. Todos hablan de su
crueldad, como si fuera un lugar común. Algunos lo cuentan como diciendo que se
trata de un espíritu juvenil. Viñas dice que sí, que se trata de lo juvenil
pero violento, patotero. Voy a dejar acá
para que podamos conversar. Gracias.
Transcripción de la presentación de Lidia Ferrari de su libro La diversión en la crueldad. Psicoanálisis de una pasión argentina, de editorial Letra Viva, realizada en el Hospital Ameghino, Centro de Salud Mental Nro. 3, Buenos Aires, en septiembre de 2016.